lunes, 25 de abril de 2011

Un sillón para leer.

Hace un par de días, vino una amiga de Valladolid y fuimos a un bar a tomar algo. Y allí estaban, dos preciosos sillones Chesterfield de terciopelo negro, esperando que nos sentáramos, y eso hicimos. Era el sillón más cómodo donde me había sentado nunca,además era suave y acogedor.

De repente pensé que uno de esos sillones sería perfecto para el rincón de mi habitación donde sólamente hay una guitarra abandonada apoyada sobre la pared. Y tenía la utilidad perfecta: un sillón para leer.

Me gustaría tener un sillón para leer, o mejor, ESE sillón para leer. Podría crear un rincón mágico para sentarme a leer, donde deboraría los libros evadiéndome de la realidad.

Seguramente suene a niño caprichoso que quiere un sillón para leer, y pensaréis que puedo leer en cualquier rincón, y estáis en lo cierto. Pero quiero ESE sillón. Seguramente Holden Caulfield me contaría más cómodamente su historia ahí recostado.

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